A punto de cumplir 35 años, sabe que está quemando sus últimos cartuchos en el fútbol. Ganador nato, Darío Gutiérrez cierra los ojos y recuerda con emoción al niño que fue. Ese que cuando tenía 8 años y un mundo de ilusiones encima, comenzaba en la escuelita de Peñarol lo que sería una carrera plagada de éxitos. Actualmente juega en San Miguel, de Albardón.
«Soy hincha del Bohemio, de toda la vida. Tuve el privilegio de jugar y ganar campeonatos con mi club. Ver mi apellido en la pared de la entrada de la cancha y estar en la historia… no tengo palabras», dijo en referencia al mural realizado en 2018, por los festejos del centenario de la institución.
Darío jugo también en Peñarol de Jachal, Del Bono, Alianza, ADA e Instituto La Laja, entre otros. Afortunadamente, en casi todos pudo dejar el sello de un título. «Todos los torneos que gané tienen un valor especial. Diferentes pero especiales. Siempre lo disfruté como si fuera ese niño de la escuela de fútbol, aunque ya esté medio viejito», dijo entre risas a La Excusa Deportiva este marcador de punta derecho.
Al momento de definirse como futbolista, no duda. «Trato de aprender todo los días algo nuevo para poder jugar lo mejor que pueda. Tengo mucha voluntad. Es muy dinámico mi juego, de mucho ida y vuelta por el carril», señaló.
En una extensa carrera, es lógico que los recuerdos comiencen a aflorar. «Lo mejor de todo es la gran cantidad de amistades que hice jugando al fútbol, el cariño y el respeto que gané con esa gente por donde me tocó pasar e incluso con los rivales», dijo.
Y así como los mejores recuerdos pasan por el lado de la amistad, los más dolorosos también. «Lo peores momentos que viví fueron las pérdidas de dos amigos del fútbol: uno el ‘Luchi’ Ríos que jugaba conmigo en Peñarol desde la escuelita, hicimos inferiores, todo. Fue muy duro. Y hace poco el fallecimiento del Beto Cortez. Fueron dos golpes terribles. Esto no es perder una final, es mucho más doloroso. Estas dos personas fueron muy importantes», dijo.
«El fútbol en mi vida es todo, es lo único que sé hacer. Lo practico desde los 8 años, sin vacaciones, sin estar parado. A lo sumo algunos meses por lesión, pero nada, lo practiqué siempre. A veces me pongo a pensar qué va a hacer de mí cuando no pueda jugar más. Voy a seguir hasta que el físico me lo permita por que las ganas están intactas», concluyó.